Conoce la historia de 36, un diente que ha dejado de ser cuidado, y se ha convertido en portavoz del sentimiento de millones de dientes que no son cuidados correctamente.

Hola. Me llamo 36, aunque tú me conoces como el primer molar inferior izquierdo. Llevo en tu boca desde que tenías seis años. Al principio, todo iba bien: visitas al dentista, cepillado tres veces al día, una dieta decente… Pero luego empezaste a olvidarte de mí. Y lo que vino después… mejor te lo cuento yo mismo.

Día 1: El dulce veneno

Todo empezó con ese hábito de los snacks entre horas. Galletas, refrescos, caramelos. Pequeños placeres, sí… pero para mí, una pesadilla. El azúcar no se queda solo un segundo: se mezcla con la saliva, y mis viejas enemigas, las bacterias, hacen fiesta.

¿Sabes lo que hacen? Producen ácidos. Ácidos que atacan mi esmalte, esa capa brillante que me protegía del mundo. Cada vez que picas algo dulce, empieza un ataque de 20 minutos. Yo intento defenderme, pero sin tu ayuda… soy un blanco fácil.

Día 15: Cepillado en modo “modo automático” (o peor, inexistente)

Últimamente no te cepillas después de comer. A veces ni por la noche. Y cuando lo haces, es como si usaras el cepillo con una mezcla de prisa y violencia. ¡Tranquilo! No soy una sartén con grasa incrustada.

El cepillado fuerte no limpia más. Solo desgasta mi esmalte y hace retroceder la encía. Mis compañeras, las encías, están empezando a resentirse. Sangran, se inflaman. Y tú piensas que es normal… No lo es.

Día 45: Bienvenido, biofilm

Las bacterias ya no son unas pocas. Se han organizado. Ahora forman un biofilm dental, también conocido como placa bacteriana. Es una comunidad muy estructurada. Viven felices, se multiplican y se adhieren como si tuvieran contrato de alquiler.

Y como no limpias los rincones entre dientes, han montado su sede central justo ahí. Por cierto, podrías considerar usar hilo dental de vez en cuando. Dicen que es opcional… hasta que empiezan los problemas.

Consecuencias de no cuidar los dientes.

Día 100: Caries a la vista

Yo ya no brillo como antes. Me han hecho una pequeña herida: una caries incipiente. Por fuera parezco bien, pero por dentro estoy sufriendo. Tú aún no sientes dolor, pero la lesión avanza. Si nadie la detiene, pronto llegaré al punto sin retorno.

Y eso no es todo: la inflamación de las encías se está convirtiendo en gingivitis. Si no se trata, podría evolucionar a periodontitis. Y créeme: no quieres eso. Podrías empezar a perder hueso, encía… incluso a mí.

Día 150: Emergencia silenciosa

Sigo aquí. Aguantando. Pero tengo grietas, sensibilidad, menos esmalte. Siento cómo las bacterias llegan a la dentina, más blanda, más vulnerable. A veces noto que rechinas los dientes por la noche (eso que llaman bruxismo). Otro golpe más para mí.

Sigo esperando que vayas al dentista. Que te acuerdes de mí. Que me salves.

Día 180: Una nueva esperanza

Hoy noté algo distinto. Un cepillado más suave, más largo. ¿Usaste seda dental? ¡No me lo puedo creer! Me sentí… limpio. Por primera vez en semanas. Luego escuché que habías pedido cita con tu dentista. Me emocioné. Aún hay esperanza.

Una nueva esperanza para tus dientes.

Final: Tu boca, tu historia

Puede que sea solo un diente. Pero tengo voz. Y mi historia no es única: la viven millones como yo en bocas que olvidan lo importante que es cuidarnos.

Tu boca no solo sirve para sonreír o comer. Es parte de tu salud general. Si no la cuidas, todo tu cuerpo lo nota.

Así que ahora que conoces mi historia, haz algo por tus dientes:

  • Cepíllalos dos veces al día, con suavidad y durante 2 minutos.
  • Usa hilo dental o cepillos interdentales.
  • Reduce el azúcar y los snacks entre horas.
  • Visita al dentista al menos una vez al año.
  • Y recuerda: cuidar tus dientes es cuidar de ti.

¿Hace cuánto no escuchas lo que tus dientes tienen que decir?

La próxima vez que te mires al espejo, piensa que detrás de esa sonrisa hay una historia… y está en tus manos decidir cómo continúa.

Te invito a compartir esta historia sobre la vida secreta de tus dientes cuando no los cuidas con tus seres queridos, especialmente con los más pequeños de la casa.

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