Per-Ingvar Branemark (1929-2014) fue un cirujano ortopédico y profesor de investigación, conocido como el «padre de la implantología dental moderna».

A él le debemos los implantes modernos tal y como los conocemos hoy en día, ya que gastó muchos años de su vida investigando la sustitución práctica de los dientes.

El descubrimiento de la osteointegración fue un hallazgo fortuito que se produjo en 1952, cuando el profesor Branemark realizaba una investigación en conejos, a los cuales les colocó unas cámaras de titanio para estudiar la circulación sanguínea.

La sorpresa fue ver que al cabo de un tiempo, las cámaras se habían quedado completamente fijadas al hueso del animal: el titanio se había osteointegrado con el hueso.

Su descubrimiento, así como su propósito de que las personas pudieran beneficiarse de las mejoras, le valió diversos premios y reconocimientos, incluidas varias nominaciones al Premio Nobel, el galardón de la Sociedad Sueca de Medicina Suederberg,  la medalla de la Academia de la Ingeniería Sueca y más de 30 posiciones honorarias por Europa y estados Unidos.

Una vez desarrolló su proyecto de investigación, su ilusión fue que eso pudiese llegar a todas las personas del mundo que lo necesitaran, para ello decidió crear una red de centros dirigidos por profesionales a los cuales él había formado directamente para poder ofrecer la máxima calidad a los pacientes en este tipo de tratamientos.

“Nadie debe de morir con los dientes en un vaso de agua”, fue una de sus múltiples frases célebres que quedarán para la posteridad.

Per-Ingvar Branemark: inventor de la Implantología moderna

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