Conoce las principales causas de la saliva espesa o viscosa y la importancia de consultar a tu médico u odontólogo si observas que este problema permanece en el tiempo.

La saliva es un fluido líquido y transparente que está presente en la cavidad oral, desempeñando funciones importantes para la salud bucodental y la digestión.

Compuesta mayoritariamente por agua, también contiene enzimas, proteínas, minerales y sustancias antibacterianas que ayudan a descomponer los alimentos, facilitan la deglución y protegen los dientes y las encías de infecciones.

A pesar de que no solemos prestarle mucha atención, la saliva es un indicador relevante de nuestra salud general. Así, a lo largo de este artículo, vamos a ver específicamente, qué es lo que podría indicarnos en caso de volverse más espesa de lo normal.

Causas de la saliva espesa

La viscosidad de la saliva puede verse alterada por diversos factores. Entre las causas más comunes, que hacen que su consistencia sea más espesa, encontramos las siguientes:

Deshidratación

La deshidratación es la causa más habitual de la saliva espesa. Esto se debe a que cuando el organismo detecta una reducción de los niveles de agua, ya sea por una ingesta insuficiente, una pérdida excesiva de líquidos (por ejercicios intensos, clima caluroso, enfermedades, etc.) o una combinación de ambos, activa mecanismos de conservación de la misma para mantener el funcionamiento de los órganos vitales.

Una de estas estrategias de conservación incluye la regulación de la secreción de saliva por las glándulas salivales, de tal forma que éstas responden a la deshidratación reduciendo la cantidad del componente acuoso que excretan en la saliva. Como resultado, ésta contiene una proporción mayor del resto de sustancias (enzimas, proteínas, minerales, etc.), lo que hace que sea más viscosa.

Efectos secundarios de medicamentos

Existen fármacos, como ciertos antihistamínicos, antihipertensivos, antidepresivos o diuréticos, que tienen mecanismos de actuación que pueden interferir con la producción de saliva, haciendo que ésta se vuelva más espesa y aumentando la sequedad bucal. Por ejemplo, algunos bloquean neurotransmisores específicos que estimulan las glándulas salivales, mientras que otros afectan indirectamente a sus funciones o aumentan la excreción de agua del organismo.

Enfermedades sistémicas

Patologías como la diabetes, el Síndrome de Sjögren, o ciertos problemas de tiroides pueden implicar a las glándulas salivales, alterando la producción y composición de la saliva y con ello su consistencia.

Así, la diabetes puede causar alteraciones en los vasos sanguíneos pequeños, incluyendo aquéllos que suministran sangre a las glándulas salivales, lo que puede reducir la función salival. Además, los niveles altos de glucosa en sangre favorecen el crecimiento de bacterias y hongos en la boca, empeorando los problemas de sequedad.

El Síndrome de Sjögren, por su parte, es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunitario ataca por error a las glándulas que producen lágrimas y saliva. Las glándulas salivales se inflaman y se dañan, lo que reduce significativamente la producción de saliva, resultando en sequedad bucal y saliva espesa.

Por último, en los problemas de tiroides destaca el hipotiroidismo, en el cual la tiroides no produce suficientes hormonas tiroideas, lo que deriva en una disminución del metabolismo general que también podría comprometer la función de las glándulas salivales, dando lugar a una saliva más pegajosa.

Hábitos poco saludables

El tabaco tiene un impacto directo en las glándulas salivales, ya que contiene sustancias químicas capaces de inflamar y dañar sus células, alterando su capacidad para producir saliva, lo que puede derivar en una reducción de la cantidad producida, y en cambios en su consistencia, volviéndose más espesa.

El tabaco daña las glándulas salivales.

Por otro lado, el consumo excesivo de bebidas alcohólicas también interfiere con la calidad de la saliva, principalmente debido a sus efectos diuréticos, y es que el alcohol inhibe la hormona antidiurética, que es la responsable de retener los líquidos en los riñones, haciendo así que el organismo expulse más líquidos de los que debería aumentando la producción de orina, lo que puede llevar a deshidratación y, por tanto, a saliva espesa.

Mala alimentación

Consumir alimentos demasiado salados o condimentados podría afectar directamente a la consistencia de la saliva debido a la respuesta osmótica que provocan en el organismo, atrayendo agua hacia las áreas con alta concentración de sal y reduciendo su disponibilidad para las glándulas salivales.

Además, aunque los alimentos picantes estimulan la producción de saliva, en condiciones de deshidratación, ésta será más concentrada y menos fluida. Por lo tanto, una dieta rica en sal y condimentos, combinada con una baja ingesta de líquidos, dará como resultado una saliva más viscosa.

Cambios hormonales

Las fluctuaciones hormonales, incluidas las que se observan en períodos específicos como la pubertad, el embarazo o la menopausia, pueden tener un impacto significativo en la producción de saliva, aumentándola o disminuyéndola y alterando su viscosidad, debido a que las hormonas sexuales, como los estrógenos o la progesterona, también juegan ciertos roles en el funcionamiento normal de las glándulas salivales.

Patologías de las glándulas salivales

Las patologías de las glándulas salivales que afectan a la producción de saliva y su consistencia pueden ser diversas, destacando las infecciones, la formación de piedras y los bloqueos de los conductos. Estas afecciones alteran la función normal de las glándulas salivales de diferentes maneras:

Las infecciones, como la sialoadenitis, pueden ser causadas por bacterias o virus, provocando inflamación y, en ocasiones, abscesos en las glándulas, lo que podría reducir su capacidad para producir saliva o alterar su composición. Igualmente, la inflamación puede obstruir los conductos por los que la saliva se expulsa hacia la boca, cambiando su consistencia a más espesa y a veces purulenta.

En cuanto a las piedras salivales, se trata de depósitos minerales que se forman en los conductos de las glándulas. Estos cálculos pueden bloquear el flujo de saliva, provocando una acumulación de la misma tras la obstrucción. Por otro lado, si la saliva no fluye con normalidad, es fácil que las glándulas se inflamen, lo que suele hacer que la secreción salival que finalmente se expulsa sea más espesa debido a la concentración de minerales y otros componentes.

Además de las piedras, pueden darse otros tipos de bloqueos en los conductos salivales, como quistes o tumores (benignos y malignos), que pueden afectar a la producción y liberación de saliva, ya que, como es evidente, cualquier bloqueo físico va a impedir su salida normal, alterando su consistencia y provocando la hinchazón de las glándulas.

Problemas respiratorios (respiración bucal)

Los problemas respiratorios que conducen a la respiración bucal, tienen un efecto directo sobre la consistencia de la saliva, dado que cuando respiramos por la boca en lugar de por la nariz, se produce un intercambio de aire más directo y constante a través de la cavidad oral que puede llevar a una mayor evaporación de su componente acuoso, lo que disminuye la humedad de la boca y genera una saliva más espesa y pegajosa.

Asimismo, las fosas nasales contribuyen a humidificar, calentar y filtrar el aire antes de que llegue a los pulmones, pero si se respira por la boca, estos procesos no ocurren, lo que resulta en una mayor pérdida de agua.

Esta situación se ve exacerbada durante el sueño, particularmente en personas con problemas de congestión nasal crónica o en aquéllas que sufren de afecciones como el síndrome de apnea obstructiva del sueño, en el que la respiración se interrumpe o es insuficiente.

Igualmente, la respiración bucal nocturna es una respuesta común a la obstrucción de las vías respiratorias superiores, y la exposición prolongada al aire seco, especialmente en ambientes con baja humedad, puede aumentar aún más la evaporación de la saliva.

Estrés y ansiedad

El estrés y la ansiedad pueden influir en la cantidad y consistencia de la saliva. En la relación entre estos estados emocionales y la función salival está implicado el sistema nervioso autónomo, el cual regula múltiples acciones involuntarias, entre ellas la secreción de saliva.

De tal manera que cuando una persona experimenta estrés o ansiedad, dicho sistema responde activando lo que se conoce como la respuesta de «lucha o huida». Esta respuesta involucra la liberación de hormonas como el cortisol y la adrenalina, que producen diversos efectos en el organismo, uno de los cuales es la disminución de la función de las glándulas salivales.

El motivo es que en estas situaciones el cuerpo prioriza las funciones esenciales para poder llevar a cabo una acción rápida, como el aumento del ritmo cardíaco o la liberación de glucosa en el torrente sanguíneo, mientras que otras actividades menos críticas en ese momento, como la producción de saliva, se reducen, disminuyendo la su cantidad y aumentado su viscosidad.

¿Por qué tengo la saliva espesa? Conclusiones

A lo largo de este artículo, hemos podido comprobar como las causas de la saliva espesa son numerosas, variando significativamente en su naturaleza y gravedad. Por ello, en caso de experimentar este cambio en su consistencia, lo más recomendable es consultarlo con un médico u odontólogo, quien evaluará tu situación específica, identificando su causa subyacente y estableciendo el tratamiento más adecuado.

Además, podrá proporcionarte consejos y estrategias para prevenir futuros episodios de saliva espesa, asegurando el alivio de los síntomas y mejorando tu salud bucodental general a largo plazo.

¿Por qué tengo la saliva espesa? Si este post te ha servido para resolver tus dudas, te invitamos a compartirlo con quien pienses que le puede ser de utilidad.

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